La representación prohibida
“En la medida en que Occidente no dejó de convocar el sentido a la presencia integral y sin resto –como poder o saber, como esencia divina o instancia humana-, y terminó por suturar el ser a sí mismo, por salvar la distancia que él mismo había abierto como su propia fuente y su propia proyección, o al menos por desencadenar la voluntad de salvarla –si de sí mismo no puede más que apartarse siempre-, nuestra historia corría el riesgo en el cual acabó por caer y en el que la llamada cuestión de “la representación de los campos” muestra que ya no podemos eximirnos de...